GASTRONOMÍA

Tapear y comer, en los pueblos de Sevilla: Cañada Rosal.

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 Nombre Domicilio
Bar Doñana.  Paseo Carlos III, s/n.

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En plena campiña, en la franja oriental de la provincia de Sevilla, a ochenta y cuatro kilómetros de la capital, entre los términos de La Luisiana, Écija y Palma del Río, se encuentra este núcleo de población fundado por el Rey Carlos III a finales de 1769 y dentro del espíritu reformista e ilustrado de ésta época. Carlos III intenta llevar a cabo una empresa, una experiencia nueva y distinta: poner en marcha en Centroeuropa, un movimiento de propaganda y reclutamiento de gentes, para poblar tierras españolas y crear un nuevo modelo de sociedad campesina.

Ceferino Ximenez, director de la Nueva Población de la Luisiana, escribió una carta a Don Fernando de Quintillana, subdelegado de las Nuevas Poblaciones de Andalucía, en la que le informaba de la existencia de una «porción de tierras» que sería recomendable ocupar y poblar, se comienza así, la creación de un pueblo que sería llamado y conocido con el nombre de Cañada Rosal. Además de llevar a cabo las ideas de la ilustración, existían otras dos causas principales que dieron lugar a la creación de nuestra fundación: acabar con los bandoleros (los más peligrosos eran conocidos como «Los 7 niños de Écija».) y hacer productiva muchas tierras baldías desde Despeñaperros hasta Guarromán y desde Córdoba hasta Carmona.

El aventurero bárbaro Thürriegel se encargó de reclutar colonos de Alemania, Francia, Italia, Suiza, Austria, y Países Bajos, así como José Antonio Yauch que trajo la mayoría de las familias extranjeras que poblarían Cañada Rosal y el municipio de La Luisiana. Muchos fueron los problemas y penalidades que tuvieron que sufrir estos colonos. Cuando llegaron, las viviendas aún no estaban construidas y el poner en cultivo unas tierras baldías e incultas, bajo un sol de cuarenta grados, no era una tarea nada fácil. Hombres y mujeres, con apellidos que sonaban tan raros a los naturales del lugar como: Hebles, Duvisón, Filter, Hans, Délis, Ruger, empezaron a llegar esperando encontrar el paraíso del sur de España. A cada colono se le fue entregando: una puerca de parir, una suerte de 56 fanegas de tierra, un arado, una yunta, aperos de labranza, granos, dos vacas, cinco ovejas, cabras, gallinas y un gallo.

Apenas iban llegando, la enfermedad se iba apoderando de ellos. Ésta fue acabando desde el verano de 1769 hasta el verano de 1770 con la mayor parte de la población extranjera. Su lugar lo iban ocupando los vecinos de las poblaciones de Écija, Fuentes de Andalucía, la Campana y otras familias españolas venidas de distintos puntos de nuestra geografía. A todo esto, se une el comportamiento de caciques y latifundistas de Écija (a los que se les arrebató la tierra) y que mandaron quemar cosechas y chozos de los colonos, provocando esto que, muchos de ellos, quisieran volver a sus países de origen. Pero ya tarde para esto, deberán enfrentarse a esta precaria situación para intentar adaptarse y sobrevivir.

Así, poco a poco, y gracias al trabajo realizado, se consigue transformar estas tierras estériles y baldías en tierras verdes y productivas. Derogado 67 años después, el Fuero de las Nuevas Poblaciones, por Doña María Cristina, viuda de Fernando VII, La Luisiana, El Campillo y Cañada Rosal, se integran en la provincia de Sevilla y se constituyen como único municipio, hasta el 27 de Agosto de 1986, fecha en la que Cañada, pasó a convertirse en un nuevo municipio de las nuevas poblaciones de Sierra Morena y Andalucía, al segregarse del término de La Luisiana.

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